¡Segundos fuera!


Luciano Pavarotti canta "Nessun dorma" de Turandot (Concierto de los Tres Tenores en 1994)

    La torre próxima de la iglesia, como el gong inquietante e inflexible que anuncia el inmediato asalto a un boxeador que va perdiendo a los puntos, va desgranando, con sus toques el anuncio inquebrantable del tiempo, aumentado por el altavoz del silencio. 

    En el caso del boxeador, todavía tiene la esperanza de, en los asaltos que puedan quedar, un golpe de suerte arroje a la lona a su oponente, pero esa esperanza desaparece cuando es el tiempo el que marca el ritmo de sus campanadas, ¡sólo queda sentirse bien entre campanada y campanada, sabiendo que tenemos perdido el combate, pero no nos podrá arrebatar las vivencias acumuladas mientras dura! En cada una de ellas, se acumula la esencia de nuestra vida y también de quienes comparten con nosotros esos momentos. 

    Es conocido que la memoria del ser humano es mas bien frágil y, en su limitada capacidad, procura almacenar sólo aquéllos que han sido felices o, al menos  agradables y desecha los malos tragos, pues bien, entre campanada y campanada intentemos acumular futuros recuerdos que ayuden a transitar en esos últimos asaltos que sabemos, de antemano, tenemos perdidos en nuestro combate con el tiempo.

    Y en ese silencio, más profundo que la ausencia de algún sonido, que invita a reflexionar, también debe permitirnos disfrutar de esos momentos que parecen monotonía, pero monotonía llena del amor de tu familia que transforma su repetición en el deseo de cada día, donde el gesto más conocido abre un vacío inmenso cuando se produce la ausencia.

    Por todos aquellos momentos compartidos en el CEFAMET, por esos otros que nuestros caminos se volvieron a cruzar en TRAGSA y más tarde en AESA, donde pasamos momentos compartidos con amigos, ¡¡buenos momentos!! entre risas y cafés fuimos afianzando una amistad que la distancia no logró disminuir aunque nos privase de insistir en aquellos momentos.

    Hoy el dolor quiere perforar aquel tejido de momentos que tantas veces hemos recordado y que siempre dejaron tan buen sabor de boca. Me niego al llanto, aunque ese mismo dolor me descubre tu ausencia física, no conseguirá dentro de mi recuerdo, otra imagen tuya que no sea precisamente tu buen humor, tu habilidad para deshacer en una broma el problema que parecía irresoluble y en definitiva sentir tu amistad en un estrechamiento de manos.

    Mi oración alcanza para pedir que Dios te reserve un buen sitio para contemplar la Tierra en su rodar por el espacio, últimamente un poco caótico.

    "A mi compañero y sin embargo amigo" EMILIO.

Comentarios

Entradas populares de este blog

A Enric

ODA A LA PANADERÍA